"(...) No cabía ninguna duda, en la mente de los que habían visto el cadáver, de que la palabra, la palabra correcta, era asesinato. El modo en que el pelo se apelmazaba en torno al cuello, endurecido como las cerdas de una brocha mal lavada; el crudo hueco ámbar de sus ojos... Según la versión oficial, el doctor se había caído encima de una lente de aumento que acababa de romperse y se había seccionado una arteria, pero nadie lo creía. (...)"
Wicked, de Gregory Maguire, pág. 185
Wicked, de Gregory Maguire, pág. 185
1 comentarios:
Me has despertado gran interés por "Desde Londres con amor". Creo que el tema puede ser interesante. Lo apunto en mi lista de futuras lecturas (La pila ya me llega al techo). Un abrazo.
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