El justo
Helene Uri
Helene Uri
Karsten Wigg acaba de fallecer y sólo seis personas acuden a su funeral. La persona que parece lamentar más amargamente su muerte es Edvard Fisbakke, fiscal del Estado; el hombre que, años atrás, condenó a Wigg a dos años de cárcel por supuesta agresión sexual. Si Fisbakke se dedicó con tanto empeño a la lucha contra este tipo de delitos es porque quedó profundamente marcado por un episodio de su propia infancia. El fallecido, Karsten Wigg, por su parte, era un feliz padre de familia hasta el día en que confesó a su mujer, Marianne Henriksen, haberle sido infiel, por lo que la pareja se separó. Henriksen hizo todo lo posible por mantenerlo alejado de sus hijas contribuyendo así a destruir la vida de Wigg. Ahora, años después de su muerte, también ella se plantea de nuevo el delicado tema de su culpabilidad.
1 comentarios:
Tiene buena pinta, lo anoto para futuras lecturas
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